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“¡Eeeeeeh movete putooooo!”

  • entreputesyflautas
  • 24 ago 2020
  • 2 Min. de lectura

Por Sebastián Montero Lofeudo


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“¡Eeeeeeh movete putooooo!” Me gritó un tipo desde su auto desbaratado, en el tráfico de mierda por 8 y 42. Por lo general, si no consigo el bondi a horario, es más rápido ir caminando al ensayo. Pero a veces el cuerpo no me da, soy medio paja, la verdad, no soy de los que caminan mucho. Llegaba 10 minutos tarde, como mucho, adquirí ser puntual por lógica colectiva y por ser hijo del rigor. El bolso me pesaba un montón, estaba desde las ocho fuera de casa, yendo y viniendo, no es que me queje, me encanta el trajín de la vorágine del año. Con mi amiga Azu, que es todavía más cebada que yo, hablamos siempre de eso, del disfrute que se tiene cuando se vive con intensidad, haciendo lo que a uno le encanta, ama. Pero más allá de llegar un toque tarde, me prendí un pucho durante la caminata, con la modorra que te da el post almuerzo. La digestión se hace en la ida, escuchando música que haga imaginar performances, fragmentos de cosas que pudieran ser algo. En ese entonces, hacía la tesis del profesorado de danza contemporáneo, pensaba en los intérpretes de mi obra, la manera en que cada uno le nacía danzar. Indagaba en sus psiquis, porque lo que quería, era que durante las improvisaciones, en el proceso de hacer la tesis, sean lo más genuinos posibles, en desafiar sus maneras de concebir la danza. También, incomodarlos, para potenciar sus emprendimientos. Sí, suena trillado, aunque desde mi modo de empatizar y hasta proyectar, me veía en ellos. Era ellos.

“¿¡Qué te pasa, estupido!?” Le grité al tipo del auto, que tenía cara de boludo. Que fácil es gritar, desde arriba de su auto. Escupir una violentada simbólica, delante de la gente que está varada en la calle, que te miran. Y los que están a pata, que se detienen a observar y te identifican como puto. Pero el tipo no me gritó porque yo estuviera en alguna infracción como peatón, por ir colgado en mis sueños de marica, con música y mi imaginación otoñal. Fue porque tengo mis amaneramientos, porque debo caminar liviano, sin preocupación por demostrar lo que soy. Ese grito, violento, estruendoso, que me hace revivir momentos donde giles como él, me hacían esa intimidación. El grito te avanza y te pone en shock,te abusa, porque se aprovechan de su poder de morondanga, como están en un auto, se hacen los machitos .

Ser como uno es, que fácil parece decirlo, pero no, hay mucho laburo interno ahí. Los interpretes de las tesis, no solo exploraban y buceaban en esa búsqueda, me daban, la certidumbre de ser: puto, queer, drag, hetero. Lo que quieras, cuando quieras. Nos dimos power, nos dimos identificación, cada uno con su historia, la compartimos, con buenas y malas, pero fuimos lo que cada uno es, sin pretensiones. El arte genera eso, empoderamiento. Ahora nosotros decimos, “¡eeeeeh movete putooooo!”


 
 
 

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